18 ene 2016

Cárcel

Te quería. Te amaba. Hasta ese momento creía saberlo, lo sospechaba… Pero sólo vine a confirmar lo estúpida que había sido por ti hasta que nos separamos y enloquecí. No pude olvidarte. Me convertí en llanto. Mis días eran lluvia. Todo era lluvia, adentro y afuera. Y pasaba el tiempo y la lluvia seguía ahí. Pasaban los días, los meses, los años, y tu nombre seguía siendo ese escalofrío que invadía todo mi cuerpo. A veces se estremecía tanto que sentía como si hubiese visto un fantasma. Ahora sé que era miedo; Desconocía qué tanto podías desmoronar y destruir en mí, y a eso temía, porque tu eras el dueño de todo eso. Determinabas todo, mi sonrisa y mi tristeza. Eras una cárcel. Creada especialmente para mí, y pasé en ella mucho tiempo, tanto que perdí la noción de los días y de las estaciones. Tanto que ya no me importaba tenerte ni ser tuya. Al final sólo quería salir, ser libre de nuevo, salir de esa cárcel que llevaba tu nombre.